Matias el sábado por la noche luego de haber ingerido una pastilla de alplax de 1mg (01:00 hs aproximadamente) duerme hasta ya entrado el mediodía del domingo. Se levanta. Almuerza ravioles con salsa bolognesa con sus hermanos. Luego va a visitar a su amigo Nicolás por la posibilidad de ser tatuado. No hay rastros del tatuador. Le es convidado un cuarto de cartón de lcd o ácido lisergico, accede, los efectos no tardan mucho en aparecer, la sensación que predomina es la de incomodidad (llovizna) y por algún impulso se retira del hogar en el que se encuentra movilizado por una bicicleta recorre unos tres kilómetros hasta que sus síntomas más fuertes empiezan a aparecer : taquicardia , paranoia de muerte, decide llamar a su hermana menor que se encontraba en las cercanías con una amiga, esta acude y lo escolta hasta la sala de primeros auxilios más cercana. Lo atiende un médico de claro acento provinciano, le hace unas preguntas, Matías responde con absoluta sinceridad, el médico parece desconocer de casos como este, le recomienda que visite a un psiquiatra pronto, lo deja en observación, le inyectan suero. En la recuperación a su lado yace una niña que ha sido atacada por un perro, el no se atreve a mirarla pero escucha toda la conversación, los efectos de la droga practicamente le permiten escuchar todos los sonidos de la sala, la madre de la niña atacada y la doctora, el diálogo de unas enfermeras mirando la novela, la novela, un anciano con alguna afección respiratoria haciéndose nebulizaciones, todo esto conformaba una orquesta atípica. Pasan los minutos, y algunas horas, es dado de alta, vuelve a su hogar, su hermano y cuñada lo invitan a cenar panchos. Escribe esto por su potente insomnio
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